Beatriz Nantón
En la algodonosa luz
de la tarde,
cuando aletean las gaviotas
el mar parece
un espejismo sin horizonte,
un suspiro las olas
arrugadas sobre la arena.
Una gota de agua
tiembla entre mis dedos,
la lluvia cae dulce
la luna olvidó salir.
Atravieso
Atravieso
esa línea imaginaria
fronteriza
en la que la incomprensión
parece estar de un lado
y el entendimiento del otro.
Una zona blanca
disimula la torpeza de arriba
y contiene la violencia en el límite.
Este río mío
Este río mío
rápido como las nubes
persuasivo como las olas,
este río mío
que corre dentro del río,
soñado en su espejo.
¿Quién me despertará si no, este río?
Alborea el día
la orilla está cerca de mi ventana.
La abro a la mañana dulce,
a la vida y respiro,
mis párpados frescos,
mi piel mojada por el rocío,
el perfume de las lilas,
los reflejos en el agua azul del cielo
tiemblan en mis dedos con el agua dulce.
Si mi poema se pareciera
a este río amado,
dos soledades se abrazarían.
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