Mi hija escribe desde Londres
Mi hija escribe desde Londres:
La Tate Gallery sigue en su lugar,
su corazón de diamante sigue en su lugar.
Los leones de piedra
la vieron dibujar el plano del subte
con los marcadores rojos
y la fe absoluta de sus pies.
Arañitas de oro,
me dicen lo que sé:
no necesita de mis poemas ni mis lobos.
Ella puede cruzar todos los fosos,
elegir la distancia entre la voracidad
y el miedo.
Ella puede dormir con la muerte inclinada,
ella puede dormir.
Y no encontrar las marcas de mis murallas
o mis furias prometidas
(no sé qué tiempo hace, no sé si vive el griego
todavía) en Kensington Place.
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