Llovió todo el verano
y la vigilia olía a huerto en plena multitud.
Ella sólo se miraba en las viejas películas,
enterraba palabras como huesos de perro
en lugar de escribir (en lugar de vivir.)
No había señales en las cosas,
las ficciones eran eso: ficciones revueltas
en el polvo del mundo.
Un viaje sonámbulo hacia una cita de Barthes.
Por todas partes colgaban trapos húmedos
y el café se aguaba como el cielo.
"¿Quién estará viviendo en la casa de al
lado?
Un perro ladra, tiene la cabeza vendada
igual que Apollinaire,
ese rock suena como el mismo infierno
o como un paraíso que no expulsa la furia para existir."
Todo el verano ella se refugiaba en su propia ausencia
como si fuera la casa de campo del lugar
(como si fuera el lugar)
La contracción confusa de una épica borrada
por la lluvia.
Un erotismo callado definía la vida en la conspiración
de
la oscuridad,
como otra oscuridad
(muy cercana).
a María del Carmen Colombo |