Cielos
a Paul Bowles
Hay algo violento, remoto en el aire,
la primavera desapareció.
Se mezclan cabezas trofeo con pabellones universitarios
pero el mundo parece separar las contemplaciones
y dejarlas caer.
El ex-taxista me habla de su pueblo fantasma,
yo persigo atardeceres
como los coleccionistas que odié.
A la entrada de la ciudad
la bailarina de oro de Lambayeque gira
sobre la historia, acorrala en los mapas
un mar cansado de volver a empezar
(no hay nada como la entrada a las ciudades:
unos perros muy flacos sobre la chatarra,
el olor a la muerte y al eterno freír, y una
bicicleta en movimiento.)
Lo que no podré olvidar es la impaciencia.
El balcón que se abre a una brecha de arena
(esa calle que no nombro para poder salir.)
Nadie hace de conejo en este hueco o el instinto
hace de conejo:
es amargo y perfecto como una almendra amarga
y no deja ni mi miedo ni mi sombra
mientras el auto sigue suavemente
al camión azul.
Chiclayo, Perú, 1991
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