Coartada
Ahora colorea al mundo para negarlo.
Coloca la pasión
como si fueran dos flores en un florero angosto
(el agua será poca y morirán hoy)
Un cielo azul, un sol esencial.
Envía la tarjeta al fin del mundo
y a su soledad le brota la raíz de una planta
silvestre
que le hace arder las manos hasta llorar.
Aparece hundida
en la eternidad de un poniente de cromo
como una postulación irrisoria.
Presa de un balcón, de una trama enguantada
para siempre,
la resistencia es su belleza.
Esa mujer,
tan delgada como el aire, que soñaba con
desaparecer. |