Simbad en la taza
Hay algo aquí, un sesgo irreal,
la luz vence por completo a los objetos.
Camino sobre conchillas
resplandecientes
y las preguntas se alzan al cielo, irreprochables
como palmeras.
Hay algo aquí, no es un sitio de infancia,
no hay peines sucios abandonados
al sol,
no hay bañistas, hebillas, concesiones.
Si me quedo el tiempo suficiente
veré al pescador regresar con su lámpara,
si me quedo el tiempo suficiente
y no desaparezco en una pieza de hotel
como un cangrejo asustado.
“Mi casa-habitación
contiene el abanico de la abuela”,
cuento a la mujer del pescador, y después de
la cena, mientras él fuma su cigarro de hoja,
les dibujo en mi cuaderno el abanico
hasta hacerlo luchar contra el viento
como una hoja de palma.
Hay algo aquí, tal vez sea el hogar.
Mi ciudad espera mientras tanto, atada
a la sordina de sus muelles
y contra uno de sus muros, seguramente,
una pareja, con furia, hace el amor. |