VII
En la última realidad,
atravesando peldaños en lugar
de bajarlos,
como una deshollinadora feroz
de poemas por entregas.
Arruinando el fervor
para poder vivir.
Ahuecando la virtud
para recibir el amor de nadie
y el de todos.
Y de verdad empezar a decir:
Hace frío, los techos de las casas
se ofrecen a la luna
como amantes hambrientas.
Quiso morder el sol, el niño,
el universo.
Viejo palacio en que permanecemos.
De sal, de hierro, todo es penetrable.
Y de verdad empezar a decir:
Qué pasa si canto
tendiendo las ropas en un patio
cuadrado
y enciendo mi cirio
contra esa impávida pared,
definitivamente.
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