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No vine a esta ciudad para escapar.
Vine porque es de piedra y muy antigua
y sólo las piedras antiguas saben cantar.
Está rodeada de ríos y hay dos torres para subir.
Subir hasta que el viento sea penetrante
y todo se vuelva indiscernible.
La traición está en el pasado, no en el futuro,
piensa Arturo premiado con el fracaso.
El fracaso no era su divinidad, no su oscura aspiración
(bruñida gloria)
Era el viento que hinchaba las tiendas y
hablaba para sí mismo.
Era la cara de Perceval, la tristeza de la tristeza:
la verdad del corazón.
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