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En el patio central encuentro un león de piedra
blanco como el Báltico, con la cola rota y
la mirada vacía.
Esa mirada perdida que me está destinada
y me conduce al mundo que una vez imaginé mío
(igual que el león).
Veo un campo después de la batalla: el azul de la
estrella, el sueño sin reposo, las fábulas que
inventa el miedo, un campanario en un pueblo arenoso
desde donde me escribirás.
Con tu letra de lluvia, con tu letra de forastero
furioso y prolijo en la pensión.
Antes de la sopa me escribirás, y tu carta
será como viento entre cipreses
(y nuestro amor desesperado y seguro).
"Anduve entre dos luces", todo el camino, en esta guerra.
Encontrar el león fue como hallar una perla
cuando baja la marea.
(sólo que nunca podré contarte la historia).
Notas:
"Anduve entre dos luces": Arnaldo Calveyra
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