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La región espera la lluvia como yo el poema,
los árboles deformes como orejas deformes,
las bocas ávidas como perfectos copones de bronce.
El calor como un techo demasiado bajo,
la postergación como emblema.
Me siento a mis anchas, yo también, a esperar.
Nadie sabe que danzo como una loba vieja
sobre una terraza que arde.
Que recuerdo los bosques y colmillos filosos de mi vida
en la rogativa.
Cuando, al fin, las gotas empiezan a caer
sobre los baldes y las ilusiones, corro a atrapar
las palabras que el cielo envía:
pobres pájaros que enjaulo sin misericordia.
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