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Una pobreza luminosa nos une otra vez,
como en la infancia.
Pero ésta será la última canción.
¿Recordaré la letra cuando nos hayamos ido?
El olvido es una traición dulcísima
que no lastima tanto como una muerte.
Por ahora distribuyo los tesoros
en un espacio neutral: una servilleta a cuadros
y un marco para la foto de mamá, bella con su fe
y su collar prestados.
Ah, "si yo fuera el invierno mismo",
encendería fogatas diminutas en el corredor,
estrellas muertas que se asocien a este universo
de falla, de necesidad.
Notas:
"Si yo fuera el invierno mismo": acrílico sobre tela de
Guillermo Kuitca
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